Éste no es un poema de
desamor,
es un poema de
des-des,
sin la furia y frustración del
desilusionado
ni la euforia epifánica del
desgarrado amante.
Cuando nos despertábamos
a la mitad de la noche
y nos tomábamos sin ver ni hablarnos,
a veces ya parecía ridículo, vacío como una farsa,
el recuerdo del descubrimiento
de cuerpos en mi casa, en el sillón con vino,
y las sonrisas payasas que lo acompañaron.
¿Quién eres y por qué decidiste tocarme?
Estábamos y estamos
sola mente enfermos.
La comunicación dejó de servirme
para ver quiénes se asombran, sueñan y recuerdan
como yo.
Incluso esa comunicación corporal
que antes bastaba se
descompuso...
Nobody knew the sorrows of my changing face.
Sólo las amaron, creyéndolas,
creándolas, deseándolas.
Por favor sólo deja tu mano ahí y no hables.
Tampoco la muevas.
Y cuando te pares, no mires hacia atrás. No soy un
Descanso.
25 mar 2010
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