¿Qué está en la lágrima del poeta? Suena a imagen muy empeñadamente trágica. Pero significa solamente tener conciencia. Hay quienes me discutirían: toco un tema muy delicado. ¿Pero qué es eso de tener conciencia? Algo como la manzana prohibida, que desaparece tooodo el paraíso. Abrir los ojos... volvernos antropocéntricos ante el abismo de la otredad. No poder ver las cosas como cosas, ni vivas como nosotros, sino una mezcla de ambas: enajenadas, sin vida, solitarias, y finalmente en esto parecidas a nosotros. Lo cual nos pesa extraño en los hombros. Esto que suena tan abstracto, es referencia a una forma de vida llena de pesadumbre. Hay quienes malabarean con las contradicciones en armoniosa ironía. Y hay quienes las ignoran, corriendo como hormigas en los múltiples tubos de la gran ciudad, moviendo hojitas de un lugar a otro, en el olvido siempre de cualquier noción de propósito o avance, ya sea auténtica o sólo ilusión. ¿Estamos atrapados en un cíclo constante, o un espiral ascendiente, o algo sin forma (un garabato)? Es ingenuo encontrar respúestas, inútil preguntar sin intentar explicar, es conformista aceptar una verdad, es terquedad enredarse demasiado.
Para responderme a mí misma (porque una respuesta es eso: reafirmación de que la pregunta es pregunta), publicaré la conclusión de un semejante diálogo interno, en el que una viejita (punto más lejano en el camino) le da libertad de volar a una niña, aunque sea hacia estos mundos frustrantes de too much light, too much darkness.
¿Sabes qué niña? Ya no te lo puedo prohibir… prueba la manzana si quieres. Esa muerte es igual o mejor que la sublime existencia ciega y monótona de la ridícula muñeca sonriente en su burbuja de paraíso. Mi mundo tiene tanto rescatable, aunque venga de rincones oscuros, que sí vale la pena, y más allá del bien y del mal, ES, y es algo grande, fuerte y emocionante. Es algo que cambia y que agita. Es algo ante todo con posibilidades… libertad… la tan grande libertad de caer y llorar y decepcionarte y sonrojarte y finalmente sí –estar solo sólo dando vueltas como un hámster en su jaula. Pero seas un hámster enjaulado o una pantera recorriendo la tundra, lo que importará es cómo lo decidas vivir tú y ésa es la magia. ¿Podrían los dos vivir lo mismo? Algo muy parecido. Porque el tiempo y la circunstancia no lo son todo. Hay que tener fe en que no lo son todo. No por creer en una esencia. Sino por creer que nuestra existencia es algo más que maquinaria. Así reafirmo y confirmo (¡qué alivio!) que sí, en verdad, amo la vida.
16 jun 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario