25 jun 2009

El relato ensimismado

La comedia... la tragedia... una buena historia... literatura que se desnuda, se analiza, se contradice, y se termina burlando de sí misma... Lo que más me gusta es un tejido (hermoso, claro, esto es muy importante) de todos estos elementos. Todo el buen arte (y la literatura, por poder mezclarse con todo, por ser una construcción del lenguaje y tener todo su aspecto racional y analítico) es evocador por medio de la metáfora, la alusión. Y todo tiene que dar un aire de no ser deliberado, de libertad y de fluidez (esa posesión de las musas y no la construcción calculada de un arquitecto de palabras -al menos, no totalmente). No tomarse demasiado enserio por medio de la ironía (de la buena) y la contextualización de contradiccíones, pero esto en segundo plano, siempre, de la historia (o más bien en torno a ella). Y la historia en sí es lo más bello y rescatable, delirio y fantasía y proyecciones y encarnando siempre (y con orgullo) los encantos de lo ficticio.

Hay varias obras que para mi gusto cumplen con estas características, de las que he visto últimamente saltan a la mente la obra Edip en Colofón (director Mario Espinosa, que tuvo su temporada hace poco en el CNA) y el clásico de Woody Allen "La rosa púrpura del Cairo". Edip en Colofón es el epítome de una obra con consciencia de sí, absorta en los límites de la imaginación, la ficción, y la realidad humana. Aprovechando el teatro con todo el potencial artístico y expresivo que tiene, explotan los personajes y los narradores, introduciendo algunos de estos elementos de "auto-análisis" con un coro al estilo del teatro griego. En "La rosa púrpura del cairo" fungen de manera parecida las escenas en el cine, donde aparecen muchos personajes varados (sin historia) en un limbo de celuloide, comparándose con "los de afuera" y emitiendo diálogos encantadores. En la obra de Edip, hay un personaje (de los más geniales de la obra) que afirma -en un tratado que protegerá ante el mundo del plagio, y que cambiaría toda la concepción moderna sobre el arte y la literatura si saliera- que la comedia es aún más trágica que la tragedia... yo lo entiendo como que es finalmente más desprendida, más rendida, más inteligente y juguetona. Y quien ve la vida cómicamente (crítica y Nihlistamente) tiene una lucidez -que la comedia encarna- y que lleva todo a un paso más que la tragedia... por lo menos bajo este criterio. Woody Allen me parece que llega a conclusiones parecidas, y es un cómico sensible de los mejores que hay, de las risas que duelen un poquito, nada ingenuo, nada de "finales felices". Nada conformista.

"La rosa púrpura del Cairo" es una película cuya historia y actuaciones (todo el mundo de la película) me absorbe como el cine absorbe a la protagonista, que me hace reír y me da la satisfacción inigualable de ver la creación de alguien con un pensamiento tan fino y tan agudo como el de Woody Allen... y al final me hace sentir chiquita y lloro. Edip en Colofón.... una comedia disfrazada de tragedia de enredos... ¿o será al revés? Dos muestras de enredos y contradicciones pero que no plantean un absurdo sin más... lo plantean de una forma puramente artística y... ¿qué más puedo pedir?

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