La locura era un pájaro que andaba suelto por la casa. Las piernas se estiraban en pants, nunca pijamas, se equilibraban en triángulos sobre el sillón, tiraban para atrás la cabeza y para arriba las manos. Se preparaba el cuerpo para ser templo. Se sentía en las orillas de la isla el murmullo de brisa...
Están rotos, no saben por qué. Como la tierra, que sí sabe por qué, y silenciosamente solloza oro negro a media sal. Su sal y agua pura, que se sabe mar, cómo se nutre sin sentir contradicción en ser dos uno. Fría pero deliciosamente extraña la relación hombre-planta, más estrecha que hombre-animal. Los animales no saben meditar.
Tierra que no tuvo voz hasta que nuestros oídos ya estaban llenos, algunos, de coral... cuando entiendan que no fueron nuestros padres quienes vida arrojaron a muerte con violencia, sino un estremecimiento prolongado de miedo que confundió imagen y reflejo, titubeo que provocó prostituciones que la Tierra tuvo que cobrar...
"No confundas lo divino. Lo divino eres tú, que habitas en mí, y lo divino soy yo, donde habitas. No tengas otro dios. Abre las puertas del circo, y deja que animales imaginarios caminen jardines verdaderos y nunca quieras tirarlo con todo y jardín. ¿Por qué no pisa un pie tierra y otro mar? ¿Acaso no tienes dos pies? Estoy contigo en líneas paralelas. Mientras siga habiendo vida, no estarás muerta. Cuando existes y luego piensas, el pensamiento es el eco. Si no, el pensamiento es un error y tú eres el eco".
Inhala. Eco de inhalación. Eso se llama pausa. Es el paso que sólo un eco, o un árbol, pueden publicar, nace de dentro. Exhala. Eco de exhalación. Estira y luego, hazte bolita.
Susurros de pavorreal en la pantalla, pero también delante y detrás; concepción de que todo deja rastros de humo, convicción vana de lo que se siente solo y destella, o deja olor. ¡Hermosa vanidad aroma humano! Sólo quien tiene amor la puede olfatear. Estarás olfateando cuando los demás estén viendo su sátira en la pantalla, y reirás y reirás y reirás.
Debes pasar los objetos, especialmente los menos cosas más alquimias invertidas indecentes invaliosas (dinero), de mano en mano como papa caliente. Pero las manos no. Dedos para ser entrelazados. Así, como el zig-zag que construye continuidad bilateral, o curvas monstruosas que explotan en geometría, inverción de voz y eco. ¡Eco! ¡Eco! Escucho eco venir. ¡Veamos voz!
"Luz, sé luz que alumbra para dar. Recibes a medida que das. Así sabes que estás dando. Porque roto, hombre roto, mientras sigas caminando, mientras sigas parte de lo que ves, no serás luz ciega. No dejarás también de recibir. Para lo único que sirve tu juicio es para comprobar que tu vida es un éxito y que quienes te ven, lo creen".
Retuerces en el sillón como perro que te ves, hambre que te ves, infidelidad en la cara frustrada de fidelidad, infidelidad contigo mismo, en busca de un dios que alimente, ¡por Dios! que nos nutra... no un dios indiferente. No un dios que crea jaulas. El gato se frota contra todo, frontera viva es, y nos observa en nuestros cambios de humor, tan seguro de que mentimos cuando lo vemos a los ojos con rubor. Rubornomiente... perdón, adiós.
Sí solo si... y si sí silva como águila que es... maneja tiempo, escribe cartas en avioncitos de papel que se encarga de mandar a volar, mueve y reposa siempre, para que fluyan canales. Se sabe mover por aquí, saber moverse es la estabilidad que tiene.
Ah, si me lo hubieras dicho, mamá, esa mañana que la música del radio coincidió con el diseño del tapete oriental, que era un regalo cuya envoltura no podía nunca quitar. El placer de estar siempre en el principio... sin el terror de la muerte.
La muerte era también, un pájaro que andaba suelto por la casa de madera. Decía, si la escuchabas: "Cuidado con tu poder. Date cuenta que lo que ves, que no se ha manifestado, lo estás invocando. Cuando haya hombres que vean demasiado, y muchos que no vean, habrá desequilibrio y cundirá el caos." Y el pájaro aleteaba, dejando taquicardia.
18 nov 2010
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