Hija: (Desde la cocina, gritando) ¡Mamá! ¿Queda un paquete de palomitas? Se me antojaron un buen…
Madre: (Desde el piso de arriba, gritando): Sí, están en la despensa, busca bien.
Hija: ¿Segura? ¡Ya busqué, no las encuentro!
Madre: ¡Busca bien! No sabes buscar nada, no me hagas bajar.
Hija pone cara de molestia y comienza a mover las cosas en la despensa. Hay botellas de vino, especias, latas y frascos de todo tipo, todo lo mueve y no encuentra nada. Se para en un banco y mira las repisas más altas, mueve todo y sigue sin ver nada. Comienza a levantar cosas por si algo está tapando las palomitas, se le cae el pan y cuando lo va a recoger termina tirando dos latas de atún y se desespera. Lo recoge y sube las escaleras, con mucha prisa. Desde antes de llegar al segundo piso, empieza a hablar.
Hija: ¡Mamá ya busqué por TODAS partes y enserio no hay NADA! ¿Estás segura que hay palomitas? Mejor dime que no y paro de buscar como pendeja.
Mamá: Pues es que según yo sí quedó un paquete, ¿qué te hago si yo lo encuentro?
Hija: Pues me lo das y te doy las gracias.
Mamá: Ay, vas a ver, vas a ver qué te hago si las encuentro…
Hija: Por favor, ma, es que es imposible que se desvanezca un paquete de palomitas.
Mamá: Sí yo estoy segura que no me las comí, aparte no ha estado nadie más en la casa.
Bajan las escaleras y entran a la cocina. La hija, impaciente, mira cómo su mamá se asoma superficialmente a la despensa.
Mamá: No pues creo que no están
Hija: ¡Cómo que no están! Es imposible que las hayas comprado, no te las hayas comido, ¡Y NO ESTÉN! ¡Seguro te las comiste! Es que lo que me desespera es que me hagas buscar, cuando te las comiste.
Mamá: Hija, que NO SÉ donde están, si quieres sigue buscando, a ver hay que checar acá…
Comienza a abrir unas repisas donde hay unos platos de plástico.
Hija: ¡¿Mamá, por qué razón del universo estarían ahí?!
Mamá: ¡Por eso nunca encuentras nada! Porque no buscas en los lugares donde las cosas no se supone que están… si no están donde se supone que están, deben estar en otra parte. (Sigue buscando en más lugares de la amplia cocina)
Hija: Ay mamá, ya, voy a buscar en la basura, si veo un plástico de palomitas, ya podré abandonar esta inútil búsqueda. (Abre la tapa del basurero y se empieza a asomar)
Mamá: Acabo de sacar la basura hace rato, ahí casi no hay nada.
Hija: Bueno, voy afuera a revisar el basurero grande. (Comienza a salir por la puerta de la cocina al patio donde está el basurero grande. Para este momento ya hay mucha tensión entre madre e hija, ambas están hasta la madre de la actitud de la otra).
Mamá: ¡Estás loca, ya no hay luz, no vas a ver nada, vas a ensuciar todo y no quiero que hagas un desmadre de la basura! ¡Estás loca, ya olvida tus palomitas!
Hija: ¡No las voy a olvidar y voy a seguir buscando si no las encuentro en la basura! ¡Pero si las encuentro ya podré resolver este estúpido enigma de las putas palomitas!
La mamá ha bloqueado el acceso al pasillito que da al basurero, está parada enfrente de la hija.
Mamá: ¡Que no vas a revisar la basura!
Hija: ¡Ay ma, quítate!
La hija intenta quitar a la mamá y pasar a un lado, para llegar al basurero. La mamá agarra a la hija de los hombros con mucha firmeza y la empuja. La hija se indigna.
Hija: ¡No empieces, que yo te gano!
Mamá e hija se comienzan a empujar, la hija logra quitarla del camino y agarra el basurero, empieza a levantar la tapa, y la mamá la jala y empuja el basurero hacia otro lado.
Hija: ¡Mamá, déjame en paz, que ahora por tu culpa se va a tirar la basura!
Mamá: Ya… te… dije… ¡que no!
Siguen peleando y en un momento comienzan a reír, pero es una risa de cosquillas incómodas, y siguen empujándose con mucha intensión. En un momento la mamá agarra a la hija de los brazos y en verdad la lastima; la hija se indigna y agarra con todas sus fuerzas los brazos de su mamá y la sostiene contra la pared. La mamá no puede mover los brazos, y pone una cara de impotencia.
Mamá: ¡Hija, suéltame, me estás lastimando!
Hija: (no la suelta) ¡Te dije que yo te iba a ganar! ¡Tú no puedes conmigo!
La mamá sigue luchando para librarse de la hija. En unos segundos la hija cae en cuenta de lo que está pasando y comienza a soltar a su mamá. En voz mucho más sosegada le dice.
Hija: Ya ma, qué te cuesta dejar que cheque la basura.
Mamá: Haz lo que quieras, sólo no me vuelvas a tocar.
La mamá se va, y se alcanza ver en su expresión profunda tristeza. La hija se queda al lado del basurero con la tapa tirada sin poder hacer nada. Se queda ahí varios segundos, con culpa y bochorno. Tapa el basurero y se retira.
30 may 2010
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